Miércoles, 18 de marzo 2015 La Vanguardia.com
Ser sociable, cooperativo y tener buena autoestima se relaciona con más éxito académico y laboral, y menos depresión y obesidad
Las habilidades sociales y emocionales son poderosos motores del bienestar y del progreso social y ayudan a las personas a mejorar su educación, su carrera laboral, su salud y su bienestar, por lo que deberían formar parte de las enseñanzas impartidas y evaluadas en las escuelas. Así de contundentes se muestran los expertos de la OCDE en el informe Habilidades para el progreso social: El poder de las habilidades sociales y emocionales, después de analizar los resultados de diferentes proyectos e investigaciones en este ámbito desarrollados en Bélgica, Canadá, Corea, Nueva Zelanda, Noruega, Suecia, Suiza, Reino Unido y los Estados Unidos.
Los datos de la investigación llevada a cabo entre los alumnos de educación secundaria de Bélgica sugieren que trabajar sus habilidades sociales y emocionales en términos de extraversión, autoestima y conciencia durante el sexto curso conlleva una mayor probabilidad (trece puntos más) de llegar a la universidad. En el caso de Canadá, el estudio detecta que fomentar la autoeficacia, la sensación de dominio y la autoestima a los 15 años tiene una relación directa con tener terminados los estudios universitarios y disponer de más ingresos a los 25 años. Y el análisis de los datos de Nueva Zelanda sugiere que trabajar la perseverancia, la responsabilidad y las habilidades sociales a los ocho años reduce significativamente los problemas de comportamiento (beber, fumar, abuso de sustancias, violencia y peleas) al llegar a los 16.
Por su parte, los análisis realizados en el Reino Unido, Estados Unidos y Suiza indican que los niños con una mayor vida social y habilidades emocionales tienen menos riesgo de depresión y más sentimiento de felicidad al llegar a la adolescencia y a la juventud.
De ahí que los expertos de la OCDE insistan en la importancia de que escuelas, familias y comunidades desempeñen un papel activo en el desarrollo de estas habilidades en los niños. «Los profesores pueden mejorar la motivación, la autoestima y la estabilidad emocional al convertirse en mentores y facilitadores del aprendizaje; los padres pueden proporcionar un ambiente cálido y apoyo a través de actividades o rutinas cotidianas, y las comunidades locales pueden brindar oportunidades para que los niños participen en proyectos sociales que les sirvan de aprendizaje informal», señala el informe.
Y enfatiza que los datos de la investigación de Corea sugieren que «las habilidades engendran habilidades y los niños con mejores capacidades sociales o emocionales, también son los que acumulan más habilidades cognitivas», mientras que los de Estados Unidos muestran que las escuelas pueden promover una amplia gama de actividades curriculares y extracurriculares que fomentan la destreza social y emocional de sus alumnos.
La OCDE recuerda a padres y maestros que hay métodos para medir este tipo de habilidades y poder identificar las fortalezas y debilidades sociales y emocionales de cada niño y poder mejorarlas, y avanza que trabaja en identificar las habilidades más relevantes, medibles y que puedan ser aprendidas de forma práctica. Entre ellas figuran la perseverancia –la capacidad de seguir adelante cuando las cosas se ponen difíciles-, el cuidado –el ser amable con los demás y mostrar y sentir empatía-, y la autoestima –ser capaz de sentirse bien y de estar orgulloso de los logros personales al margen de lo que digan los compañeros-.