Las parejas de mis padres

Diario Ultima Hora. Palma 11/01/2023

¿Qué es para mí la novia de mi padre? Me preguntó una niña de 12 años.

Buena pregunta pensé. Este tipo de relaciones es tan reciente que todavía no se le ha puesto un nombre. En mi experiencia trabajando con adolescentes he detectado que en la mayoría de los casos, a los hijos les cuesta integrar a las parejas de sus padres en sus vidas, para ellos, estas son siempre eso, las parejas de sus padres.

Saquemos el perfil  general de cada una de las partes, teniendo en cuenta que hay muchas variables como la edad de los niños, si la otra persona tiene sus propios hijos, si es hombre o mujer o la  relación que mantengan los padres entre ellos.

Los niños más pequeños no entienden que hace papa o mama con esa otra persona. No se involucran sentimentalmente con ellos y se ocupan de dejar bien claro que ellos ya tienen una madre o padre, y que no van a aceptar un sucedáneo; como mucho intentarán utilizarlos para su propio benéfico.
Por otro lado, si son adolescentes, estos pueden entender que sus padres necesiten a alguien en sus vidas, pero dejan bien claro que a ellos no les hace falta y que no tienen nada que ver con ellos. En cualquier caso, para los hijos, no dejan de ser el novio de mama o la novia de papa.

Una circunstancia que afecta mucho a la relación del niño con la novia de papa o el novio de mama es el tipo de relación que el niño tenga con su propia madre o padre. Paradójicamente cuanto peor sea esta, más distante se mostrará el niño de “la sustituta o el sustituto”, en un esfuerzo por mostrar fidelidad a su progenitor/a.  Cuando la relación es buena, el niño/a se relaja y acepta mejor esa figura.

Veamos la otra parte. Una persona empieza una relación con otra que tiene hijos. Normalmente le tienen que gustar los niños porque  a partir de ese momento van a formar parte de su vida al menos la mitad del tiempo. Por eso intenta acercarse a ellos, se muestra afectuoso porque los niños despiertan ternura y son de la persona que quieren. Sin embargo, los niños plantan una barrera infranqueable con una cara que dice: “tú no eres mi madre o mi padre”, dejando claro para con quien es su lealtad. Cualquier cosa que venga de esa persona es mal recibida. Aunque eso sí, a ese novio o novia le toca ocuparse del niño/a en algunas ocasiones, hacer comidas, buscarlos al cole, organizar actividades los fines de semana que están con ellos. Y compartir tiempo de pareja con una familia que no es la suya y que seguramente funciona diferente a lo deseado por esa persona.  Para los novios/as de los padres significa una carga de trabajo extra, sin la recompensa afectiva con la que cuentan los padres. Y esto en el mejor de los casos, con niños buenecitos y que no entren en juego otros condicionantes como celos, miedos, victimismos, cambio de roles (adultos que se comporten como niños y niños que hagan de adultos), etc. Hay que ser  muy adulto para que esta situación no frustre o cree resquemor.

Los padres tampoco saben muy bien cómo comportarse ya que se encuentran en medio de dos afectos.

La única solución que, en mi experiencia  he visto que funciona, pasa siempre por que los adultos, la nueva pareja, se pongan de acuerdo en la forma de abordar el problema, en cada uno de sus detalles. Los adultos son siempre los responsables de resolver esta situación, independientemente del comportamiento de los niños. Tienen que ponerse en el lugar de los menores, entender su difícil encrucijada y buscar una solución en la que todos estén cómodos.

Es conveniente que las nuevas parejas se den cuenta de que se encuentran  en una posición privilegiada, que juegan un rol estratégico con respecto a los niños si saben  ser amigos de estos. Tienen  la ventaja de que son adultos  con más recursos para ayudarles en su desarrollo que los amigos de su edad.

La educación tiene que estar en manos de los padres. Si se necesita  poner  normas, siempre hacerlo a través del progenitor, que es quien tiene la autoridad real sobre el niño. Mostrar afecto gradualmente, según los niños lo vayan necesitando o reclamando, es decir, son ellos los que deben marcan el ritmo.  Hay que evitar a toda costa que los niños vean a las nuevas parejas como una amenaza, que sientan afectada su lealtad hacia la figura parental sustituida.

Si las relaciones de pareja son ya difíciles de por sí, cuando hay niños por medio, es todo un reto. La ayuda de un profesional en la materia, puede evitar daños irreparables en la relación.

Marian Buján

Coach Motivacional

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