Someter a los estudiantes a tanta presión

¿Tiene sentido someter a los estudiantes a más presiones?

El alto índice de abandono escolar, el 23,5 por ciento cuando la media europea es del 13 por ciento, y de repetidores, 1 de cada 4 estudiantes repite algún curso antes de terminar el bachiller, ponen en evidencia que la raíz del problema no hay que buscarlo tanto en el sistema educativo, sino en el cómo y en la actitud en que se accede a la escuela.

Más presiones, más controles sobre los alumnos para que memoricen, solo conduce a tener más miedo al fracaso y esto provoca lo que Daniel Goleman llama el secuestro de la amígdala. La amígdala es un centro emocional que actúa, cuando se detecta un peligro, bloqueando nuestro raciocinio con la finalidad de que actuemos por instinto de supervivencia. El miedo es mal consejero y mal compañero de viaje.

Todos sabemos que “tenemos un sistema educativo del siglo XIX, un profesorado del siglo XX y unos alumnos del siglo XXI”

y esta verdad explica muchas cosas.

Mejorar nuestro sistema educativo tiene que significar formar personas con más, y mejores habilidades, enseñándolas a pensar, a investigar, a aprender, a comunicarse y, sobre todo, entrenándolas en inteligencia emocional que es, en un 77 por ciento responsable del éxito.

Tener muchos conocimientos si no entiendes lo que sientes, ni sabes qué hacer con ello, y además te relacionas con torpeza, no sirve para superar los obstáculos que la vida nos va poniendo.

Es imprescindible hacer entender a nuestros estudiantes que son ellos los responsables de su propio desarrollo e involucrarlos en su formación, que sean ellos los que elijan aprender. Para esto, tenemos que escucharles y explicarles para qué sirve lo que están aprendiendo y en qué tipo de personas las va a convertir.

El valor de una persona se define con esta formula:

Valor= (conocimientos + habilidades) x actitud

Es necesario un cambio de paradigma en toda la sociedad y, especialmente en la educación, sobre el significado del fracaso. Si entendemos que el fracaso solo existe cuando nos damos por vencidos, que no conseguir algo a la primera no es fracasar y que el tropiezo no demuestra que seamos inferiores sino que es una fantástica oportunidad de aprender, desaparecerá ese miedo que nos bloquea, que es culpable de que nos rindamos, de que abandonemos objetivos y de que se entre en espirales auto-destructivas.

Para que estos cambios se den en nuestros colegios, escuelas e institutos, sería bueno formar a los profesores como coach-docentes, que además de transmitir conocimientos también supieran como motivar a sus alumnos.

El primer paso: entrenar a los padres, profesores y estudiantes en inteligencia emocional.

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